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Me pregunto cuándo" del Padre Sam Natale

Juan el Bautista señaló a Jesús como el "Cordero de Dios". En aquel momento, los dos primeros apóstoles empezaron a caminar detrás de Jesús. Después de haberle seguido un poco, Jesús se volvió y les preguntó: "¿Qué buscáis?" Luego, le preguntaron a Jesús: "¿dónde te hospedas?". Él les respondió con una invitación abierta, negándose a contestar directamente: "Venid y veréis". Jesús parece haber enseñado frecuentemente haciendo PREGUNTAS. Preguntas que iban al meollo de la cuestión de lo que puede o debe significar la vida. Los discípulos tuvieron que ESPERAR (igual que nosotros) a que surgieran respuestas que nos capacitaran para dar un paso más en el camino.

La mayor parte de la vida es un juego de espera: esperamos a que termine la escuela primaria, luego el instituto. Luego esperamos a terminar la universidad y a tener el trabajo perfecto, la pareja perfecta y, después, la vida perfecta.

Parece que siempre estamos esperando, con esperanza o con ansiedad, pero esperando al fin y al cabo. Todo el mundo espera - los Discípulos, los Santos incluso Jesús tuvo que esperar "la hora señalada".

La mayoría de nosotros esperamos con mucho miedo. Digo esto basándome en la evidencia de 44 años de sacerdocio.

Pero no hay atajos para completar nuestra búsqueda. Por el contrario, todos debemos adentrarnos en ese camino incierto lleno de desvíos, giros equivocados, arenas movedizas inesperadas y laberintos diversos que requieren decisiones confusas.

Leonard Cohen escribió: "Todo tiene una grieta. Así es como entra la luz". No tengo una respuesta universal aceptable para todos. Aun así, puedo compartir lo que percibo a través de las "grietas" de mi interior.

Busco la misma solución que los apóstoles, pero me quedo con el mismo reto de "ven y verás". Ansío la respuesta mágica, pero no está ahí a menos que mire a través de los ojos de la oración. Ese enfoque en la oración requiere un cambio, al menos en mí. Como dijo San Juan Crisóstomo: "La felicidad sólo puede alcanzarse mirando hacia dentro y aprendiendo a disfrutar de todo lo que la vida nos ofrece, y esto requiere transformar la avaricia en gratitud". Éste es siempre el camino.

¿Cómo atravesaré este valle de lágrimas e incertidumbre? Sigo humillado y perdido. Pero entonces recuerdo a varios apóstoles confusos que piden a Jesús que les muestre al Padre. La respuesta de Jesús es sorprendente y salvífica. Jesús responde, claramente y sin matices "cuando me veáis a Mí, veréis a mi Padre".

Eso es todo lo que necesito al menos "porque los ciegos ven, los sordos oyen, los cojos vuelven a andar y a los pobres se les anuncia la buena nueva".

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